lunes, 4 de agosto de 2008

Ciencia Política en América Latina

Ciencia Política en América Latina
Dieter Nohlen
(de: Diccionario de Ciencia Política, editado por Dieter Nohlen, dos tomos, Ciudad de México: Porrúa 2006)

La C.P. en America Latina ha tenido un desarrollo muy desigual, en íntima relación con el propio desarrollo político de los diferentes países. La coincidencia se refiere tanto a sus inicios y al camino recorrido hacia una disciplina científica, como a sus temarios y a sus alcances teóricos y metodológicos. Aunque en términos generales se puede hablar de un cierto afianzamiento de la C.P. en la región, su estado actual difiere mucho según los países, lo que restringe fuertemente las generalizaciones. Por lo demás, existe poca autoreflexión sobre la disciplina y su desarrollo.
(1) Las disparidades del desarrollo de la disciplina se desprenden bien de los balances por país que ha compilado D. Altman en la Revista de Ciencia Política en su número aniversario XXV de 2005. Mientras que M. Leiras, J.Abal Medina y M. D’Alessandro observan para Argentina el camino de la institucionalización de la C.P. desde la retrospectiva, M. Tanaka pone énfasis en la necesidad de establecer aún la C.P. en el Perú. Mientras que para Venezuela A.E. Álvarez Díaz y S. Dahdah Antar destacan las fortalezas pasadas y llaman la atención sobre las vulnerabilidades presentes, R. Alfaro Redondo e I. Acuña Chaverri ven en Costa Rica la C:P. todavía en búsqueda de su identidad disciplinaria. D. Azpuru opina que en Guatemala la C.P. se enfrenta al reto de su consolidación como disciplina independiente, consistiendo en Brasil el reto para la C.P. en su expansión, según O. Amorím Neto y F. Santos. En términos generales, pasar de vocación a disciplina, desarrollo exitoso que atestan A.M. Bejarano y M.E. Wills para Colombia, ha resultado difícil, y en algunos países es obra aún no acabada. En este proceso, el factor político ha constituido la variable de mayor impacto. El desarrollo tardío y
frágil de la democracia trajó consigo un desarrollo análogo de la C.P. Así lo constatan rotundamente A. Majía Acosta, F. Freidenberg y S. Pachano para Ecuador. En el caso de Bolivia, M. Varmoux Garay ubica la situación de la C.P. precisamente entre dos fases políticas, entre la reforma política, muy influida por algunos politólogos, y la crisis de la democracia. En el caso de México, S. Loaeza considera que el pulso de la disciplina corre parejo al pulso del cambio político. Sin embargo, en los países de mayor desarrollo de la disciplina, sobre todo en
Argentina, se observan evoluciones que tienen su fundamento en el dinamismo interno de la C.P., relacionado con el desarrollo de la disciplina en el mundo occidental, o sea, en consideraciones algo desvinculadas del quehacer político autóctono.
(2) Es difícil determinar de forma precisa el momento fundacional de la C.P. en América Latina, debido a la dificultad de diferenciar bien entre estudios políticos realizados por académicos provenientes de disciplinas vecinas, como la historia, la sociología o la economía, y la C.P. como disciplina propia. Hasta hoy día, valiosos estudios de la política se efectúan “fuera” de la C.P. Para la constitución de la disciplina ha sido clave el desarrollo de las →Ciencias Sociales en general. Sin embargo, tanto la debilidad de las ciencias sociales como el predominio de una de ellas podía representar un obstáculo para el establecimiento de la C.P. La sociología,
establecida con anterioridad a la C.P., constituye un ejemplo de esta última condición, en la medida en que sus enfoques y tradiciones teóricas hayan podido negar la autonomía de lo político y, por consiguiente, la necesidad
de una disciplina específica dedicada al análisis de la política. El caso peruano resulta el más llamativo en este sentido, con el agregado de que cuando se genera una demanda de estudios políticos, son los propios sociólogos los que la cubren, invadiendo y ocupando de hecho el ámbito genuinamente politológico. Esto explica la tardanza en la constitución de la C.P. propiamente dicha en el Perú, tanto en su dimensión de investigación como de docencia.
Para la mayoría de los países de la región se puede diferenciar entre dos épocas fundacionales, finales de los años sesenta y principios de los años ochenta. En Venezuela, por ej., la C.P. nace en 1958 con la democracia, enel contexto de lucha por su constitución, en la que la Universidad desempeñó un papel de abanderado. Allí seestablece por primera vez la relación prioritaria en el desarrollo de la C.P. en América Latina: su vinculación conla →Democracia. La disciplina nace con la democracia, que es a la vez norte y objeto de su estudio. Sin
embargo, la relación no es del todo fácil. Muchos politólogos de la primera generación se sintieron atraídos por la política, compromitiéndose con ella, lo que supuso para la C.P una pérdida de recursos intelectuales, dado que muchos abandonaron el campo académico. El desarrollo de la profesionalidad se vió asimismo negativamente afectado, en la medida en que las posiciones ideológicas y los enfrentamientos políticos vividos en tiempos de democracia invadieron las oficinas de estudio y las aulas de docencia. Esta última tendencia se expresó más claramente en el concepto de la →Ciencia Comprometida.

(6) Lo que observa M. Tanaka (2005) para el caso peruano, es válido para toda la región: “la politización de la academia ha disminuido considerablemente, se ha legitimado el estudio de la política desde cánones científicos, los politólogos (aunque todavía muy pocos) tienen mejor formación y están más al tanto de la literatura internacional”. Es conveniente señalar que estos logros se consiguieron en el marco de un entorno financiero
precario, en el que se encuentra en general toda la academia latinoamericana. Es apropiado también mencionar el aporte internacional al desarrollo de la disciplina regional a través de programas de cooperación entre centros de estudios latinoamericanos, por un lado, y estadounidenses y europeos, por el otro. Especial mención merecen las fundaciones científicas y políticas por sus programas de becas. El reclutamiento de politólogos para ejercer la
C.P. universitaria, es decir, para la investigación y la docencia, pasa en la actualidad por estudios de doctorado en Estados Unidos o Europa, siendo el lugar del estudio muy indicativo para la orientación epistemológica del profesional. Respecto al futuro de la C.P. en América Latina, referiéndonos nuevamente a los balances nacionales de su estado actual en la Revista de Ciencia Política (2005), el objetivo general y mayormente aceptado es el consolidar el establecimiento de la disciplina y fomentar su profesionalidad. Se piensa, por un
lado, en el desarrollo de un mayor pluralismo temático (especialmente a través de una mayor orientación hacia el análisis de las políticas públicas) y metodológico (sobre todo mediante la aplicación del método comparativo en sus múltiples dimensiones) y, por el otro, en la superación de tendencias endogámicas, o sea, en el desarrollo de un mayor sentido de comunidad científica como comunidad de debate y crítica. Como señales positivas en esa
dirección se pueden interpretar la creciente cantidad de revistas politológicas y, en general, la mayor actividad de las asociaciones nacionales de C.P., así como la fundación en 2003 de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política, cuyos muy frecuentados congresos se celebran anualmente. Por otra parte, el crecimiento de la disciplina plantea también un reto desde un punto de vista más material, que a menudo se tematiza en los debates
internos. Se trata, en primer lugar, del financiamiento de los estudios, en segundo lugar, de la calidad de la oferta académica y su evaluación según criterios homologados y, por último, del ingreso de los licenciados en C.P. en el mercado laboral a un nivel correspondiente a su formación.

1 comentario:

viagra online dijo...

Las ciencias políticas en América latina deben separarse de los modelos europeos, de eso no me queda ninguna duda!