Nuestro colaborador Carlos Perez, graduado de Ciencia Politica de la PUCP, nos presenta este articulo:
El panglossianismo de la Ciencia Política:
Por: Carlos Eduardo Pérez Crespo
Pangloss es uno de los personajes principales de la estupenda novela Cándido de Voltaire (el de la imagen).
Se caracteriza por un optimismo desmesurado que argumenta que "vivimos en el mejor de los mundos posibles", ya que toda acción acontece por una causa primera: "Il est démontré que les choses ne peuvent être autrement; car tout étant fait pour une fin, tout est nécessairement pour la meilleure fin. Remarquez bien que les nez ont été faits pour porter des lunettes; aussi avons-nous des lunettes".
A raíz de mi artículo El "fetichismo del dato" en la Ciencia Política se dieron algunas respuestas que comentaré a grandes rasgos partiendo del panglossianismo. En líneas generales mi argumento es que la concepción de "ciencia" en la Ciencia Política no ayuda a crear una disciplina de conocimiento práctico, pues se parte de un fundamento positivista, amparado en el panglossianismo, que ha llevado al sacrificio de la búsqueda del mejor régimen político y la praxis política, que buscan la excelencia humana en la comunidad, en pro del conocimiento contemplativo.
De esta manera, supuestamente los politólogos cada vez conocemos y sabemos más con la ayuda de nuestros datos y herramientas, pero no sabemos para qué sabemos tanto, pues nos perdemos en la voluptuosidad de las coyunturas políticas y en el "conocer por conocer". Por lo cual nosotros defendemos la idea de que el carácter CIENTÍFICO de los objetos se encuentra en la cualidad práctica que poseen, mas no sólo en la cantidad de datos y conocimientos obtenidos.
De esta manera, la Ciencia Política está sumergida en el panglossianismo por tres motivos.
En primer lugar porque se ha renunciado a la búsqueda del mejor régimen político. Leo Strauss señaló muy bien en la introducción de su libro What is Political Philophy? que no ha conocido ningún politólogo que no sea demócrata y que no sustente que la democracia liberal se contrapone a la dictadura, por lo cual hay una valoración subrepticia amparada en la consigna "la democracia es el régimen político menos malo".
El asunto sería muy simple si sólo se tratara de un tema de valoración, pues también tiene como trasfondo el triunfo de la democracia liberal anglosajona, tras la caída del Muro de Berlín, y el consecuente derrumbe del paradigma del comunismo como régimen político: cuestión celebrada por Giovanni Sartori en su libro La democracia después del comunismo sin ninguna clase de represión de sus valores y juicios políticos como pretendió en su libro La Política.
Es interesante señalar cómo esta valoración de la democracia liberal y pesimismo hacia la búsqueda de opciones políticas diferentes, fue criticada por el mismo Alberto Flóres Galindo en su Carta de despedida, en la cual mencionaba que muchos intelectuales han cedido al pesimismo weberiano y se han refugiado en las ONG, dejando la dimensión utópica a un lado. En líneas generales, entonces, el panglossianismo de la Ciencia Política considera que si hay alguna búsqueda del mejor régimen político este tiene como punto de partida a la democracia liberal, cuestión sujeta a "reformas" y "perfecciones", mas no a revoluciones, como ha dicho Gonzalo Gamio, por lo cual el análisis científico parte de este cimiento y valoración.
El segundo tema es el de la pérdida de la concepción de CIENCIA como conocimiento práctico. Aristóteles es muy claro en su Libro I de la Ética a Nicómaco al señalar que "La Ciencia Política no puede ser una ciencia exacta". Si todo tiende hacia un fin, teleología, es consecuente pensar que el fin de la política son los asuntos humanos, mientras que el de las matemáticas la medición y la comprobación de hipótesis. La política tiene que ver con los asuntos de la ciudad y los individuos y las formas como la vida de estos pueden hacerse plenas y excelentes. Por lo tanto, el conocimiento de lo político debe estar guiado hacia esto, mas no sólo con un papel contemplativo ajeno a la búsqueda de la eudaimonia y la virtud en la misma ciudad.
Este asunto es esencial principalmente por un motivo. Recuerdo que en la presentación del libro de Richard Snyder en Lima un profesor asistente dijo que él se consideraba científico político porque "hacía mediciones, encontraba correlaciones, explicaba causas y, por tanto, podía hacer predicciones en base a argumentos objetivos". Sin embargo, la concepción de científico de este último ha perdido por completo la dimensión práctica de lo político, no tomando en cuenta que un científico político, en el sentido clásico, no busca sólo la episteme contemplativa, sino la praxis para lograr la areté del hombre en la ciudad. Pero la Ciencia Política, bajo sus argumentos a-valorativos prestados de la economía y aplaudidos por Sartori, no toma interés sobre estos puntos.
Esto nos lleva al último punto sobre qué es lo científico para la Ciencia Política si aceptamos que se ha perdido esta dimensión práctica del conocimiento político. A lo que respondemos: la demarcación popperiana de que para que algo sea científico tiene que ser falseable. En un excelente artículo el filófoso Pablo Quintanilla ha descrito cómo la demarcación del positivismo lógico supone la existencia de UN método para desenmascarar lo que "es" y "no es" científico: tal cual como lo hacen los que se reclaman "verdaderos" científicos de lo político en oposición a los "opinólogos" de lo político.
Así, la Ciencia Política se fundamenta a sí misma como Ciencia en la distinción entre teoría y observación, asumiendo que CONOCER significa REPRESENTAR la realidad, mas no que dicho conocimiento significa crear explicaciones y causalidades que sean útiles para la vida práctica de las personas. En este sentido, el panglossianismo de la Ciencia Política asume que mientras más se representa al mundo en cifras, correlaciones, etc., más científico se es.
Pero nosotros sabemos por los clásicos que el verdadero conocimiento científico de lo político supone la utilidad del conocimiento para la excelencia de la vida humana en la acción social: así como Maquiavelo que con su sabiduría sobre lo político no describe "las cosas como son", sino las formas como funciona la política para la utilidad del gobernante (en el caso de El Príncipe para el uso de Lorenzo de Medici). En ese sentido, todos hemos leído al florentino, pero casi ningún "hombre de política" toma a Sartori como conocimiento práctico para la toma de decisiones. En este sentido, es fundamental la importante distinción entre el "analista político" y el educado para ejercer la política. Sin embargo, esta distinción moderna entre el conocimiento y la praxis no existía en el pensamiento clásico.
En conclusión, el panglossianismo de la Ciencia Política ha creado un concepto de lo científico que no es del todo útil para los hombres que "hacen" política y que tienen que tomar decisiones para el bien común de la comunidad política. Por esta razón, queremos terminar diciendo que la alianza entre la Ciencia Política, como ciencia social que conoce lo empírico, y la Filosofía Política, como un modo de trazarnos los fines de lo político en nuestra comunidad, se hace cada vez más necesaria en nuestras sociedades, angustiadas por tantas necesidades que requieren ser atendidas, mas no sólo por el afán elitista de observar la realidad desde nuestras torres de marfil.
Así Cándido concluyó que si Pangloss hubiera pasado por las peripecias y tragedias a las que él se vio expuesto, hubiera sabido que este "no es el mejor de los mundos posibles", por lo tanto no se trata de saltar a los árboles como Cósimo para construir la República Arbórea desde las ramas, sino en bajar al llano y poner en práctica los conocimientos adquiridos con los individuos de nuestra comunidad. En este sentido, no estamos de acuerdo con Eduardo Hernando al señalar que sólo se está con la búsqueda maximalista (teórica) de lo político, pues esta supone una praxis y un proceso unitario entre el individuo, la ciudad y el cosmos.
Se caracteriza por un optimismo desmesurado que argumenta que "vivimos en el mejor de los mundos posibles", ya que toda acción acontece por una causa primera: "Il est démontré que les choses ne peuvent être autrement; car tout étant fait pour une fin, tout est nécessairement pour la meilleure fin. Remarquez bien que les nez ont été faits pour porter des lunettes; aussi avons-nous des lunettes".
A raíz de mi artículo El "fetichismo del dato" en la Ciencia Política se dieron algunas respuestas que comentaré a grandes rasgos partiendo del panglossianismo. En líneas generales mi argumento es que la concepción de "ciencia" en la Ciencia Política no ayuda a crear una disciplina de conocimiento práctico, pues se parte de un fundamento positivista, amparado en el panglossianismo, que ha llevado al sacrificio de la búsqueda del mejor régimen político y la praxis política, que buscan la excelencia humana en la comunidad, en pro del conocimiento contemplativo.
De esta manera, supuestamente los politólogos cada vez conocemos y sabemos más con la ayuda de nuestros datos y herramientas, pero no sabemos para qué sabemos tanto, pues nos perdemos en la voluptuosidad de las coyunturas políticas y en el "conocer por conocer". Por lo cual nosotros defendemos la idea de que el carácter CIENTÍFICO de los objetos se encuentra en la cualidad práctica que poseen, mas no sólo en la cantidad de datos y conocimientos obtenidos.
De esta manera, la Ciencia Política está sumergida en el panglossianismo por tres motivos.
En primer lugar porque se ha renunciado a la búsqueda del mejor régimen político. Leo Strauss señaló muy bien en la introducción de su libro What is Political Philophy? que no ha conocido ningún politólogo que no sea demócrata y que no sustente que la democracia liberal se contrapone a la dictadura, por lo cual hay una valoración subrepticia amparada en la consigna "la democracia es el régimen político menos malo".
El asunto sería muy simple si sólo se tratara de un tema de valoración, pues también tiene como trasfondo el triunfo de la democracia liberal anglosajona, tras la caída del Muro de Berlín, y el consecuente derrumbe del paradigma del comunismo como régimen político: cuestión celebrada por Giovanni Sartori en su libro La democracia después del comunismo sin ninguna clase de represión de sus valores y juicios políticos como pretendió en su libro La Política.
Es interesante señalar cómo esta valoración de la democracia liberal y pesimismo hacia la búsqueda de opciones políticas diferentes, fue criticada por el mismo Alberto Flóres Galindo en su Carta de despedida, en la cual mencionaba que muchos intelectuales han cedido al pesimismo weberiano y se han refugiado en las ONG, dejando la dimensión utópica a un lado. En líneas generales, entonces, el panglossianismo de la Ciencia Política considera que si hay alguna búsqueda del mejor régimen político este tiene como punto de partida a la democracia liberal, cuestión sujeta a "reformas" y "perfecciones", mas no a revoluciones, como ha dicho Gonzalo Gamio, por lo cual el análisis científico parte de este cimiento y valoración.
El segundo tema es el de la pérdida de la concepción de CIENCIA como conocimiento práctico. Aristóteles es muy claro en su Libro I de la Ética a Nicómaco al señalar que "La Ciencia Política no puede ser una ciencia exacta". Si todo tiende hacia un fin, teleología, es consecuente pensar que el fin de la política son los asuntos humanos, mientras que el de las matemáticas la medición y la comprobación de hipótesis. La política tiene que ver con los asuntos de la ciudad y los individuos y las formas como la vida de estos pueden hacerse plenas y excelentes. Por lo tanto, el conocimiento de lo político debe estar guiado hacia esto, mas no sólo con un papel contemplativo ajeno a la búsqueda de la eudaimonia y la virtud en la misma ciudad.
Este asunto es esencial principalmente por un motivo. Recuerdo que en la presentación del libro de Richard Snyder en Lima un profesor asistente dijo que él se consideraba científico político porque "hacía mediciones, encontraba correlaciones, explicaba causas y, por tanto, podía hacer predicciones en base a argumentos objetivos". Sin embargo, la concepción de científico de este último ha perdido por completo la dimensión práctica de lo político, no tomando en cuenta que un científico político, en el sentido clásico, no busca sólo la episteme contemplativa, sino la praxis para lograr la areté del hombre en la ciudad. Pero la Ciencia Política, bajo sus argumentos a-valorativos prestados de la economía y aplaudidos por Sartori, no toma interés sobre estos puntos.
Esto nos lleva al último punto sobre qué es lo científico para la Ciencia Política si aceptamos que se ha perdido esta dimensión práctica del conocimiento político. A lo que respondemos: la demarcación popperiana de que para que algo sea científico tiene que ser falseable. En un excelente artículo el filófoso Pablo Quintanilla ha descrito cómo la demarcación del positivismo lógico supone la existencia de UN método para desenmascarar lo que "es" y "no es" científico: tal cual como lo hacen los que se reclaman "verdaderos" científicos de lo político en oposición a los "opinólogos" de lo político.
Así, la Ciencia Política se fundamenta a sí misma como Ciencia en la distinción entre teoría y observación, asumiendo que CONOCER significa REPRESENTAR la realidad, mas no que dicho conocimiento significa crear explicaciones y causalidades que sean útiles para la vida práctica de las personas. En este sentido, el panglossianismo de la Ciencia Política asume que mientras más se representa al mundo en cifras, correlaciones, etc., más científico se es.
Pero nosotros sabemos por los clásicos que el verdadero conocimiento científico de lo político supone la utilidad del conocimiento para la excelencia de la vida humana en la acción social: así como Maquiavelo que con su sabiduría sobre lo político no describe "las cosas como son", sino las formas como funciona la política para la utilidad del gobernante (en el caso de El Príncipe para el uso de Lorenzo de Medici). En ese sentido, todos hemos leído al florentino, pero casi ningún "hombre de política" toma a Sartori como conocimiento práctico para la toma de decisiones. En este sentido, es fundamental la importante distinción entre el "analista político" y el educado para ejercer la política. Sin embargo, esta distinción moderna entre el conocimiento y la praxis no existía en el pensamiento clásico.
En conclusión, el panglossianismo de la Ciencia Política ha creado un concepto de lo científico que no es del todo útil para los hombres que "hacen" política y que tienen que tomar decisiones para el bien común de la comunidad política. Por esta razón, queremos terminar diciendo que la alianza entre la Ciencia Política, como ciencia social que conoce lo empírico, y la Filosofía Política, como un modo de trazarnos los fines de lo político en nuestra comunidad, se hace cada vez más necesaria en nuestras sociedades, angustiadas por tantas necesidades que requieren ser atendidas, mas no sólo por el afán elitista de observar la realidad desde nuestras torres de marfil.
Así Cándido concluyó que si Pangloss hubiera pasado por las peripecias y tragedias a las que él se vio expuesto, hubiera sabido que este "no es el mejor de los mundos posibles", por lo tanto no se trata de saltar a los árboles como Cósimo para construir la República Arbórea desde las ramas, sino en bajar al llano y poner en práctica los conocimientos adquiridos con los individuos de nuestra comunidad. En este sentido, no estamos de acuerdo con Eduardo Hernando al señalar que sólo se está con la búsqueda maximalista (teórica) de lo político, pues esta supone una praxis y un proceso unitario entre el individuo, la ciudad y el cosmos.
Carlos Perez
1 comentario:
Nunca he entendido por qué se considera a la política una ciencia si se basa en puras conjeturas
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